
Miraste abajo, te sonreíste: - Ah! La bohemia... -dijiste. Yo continué por el sólo hecho de tapar con palabras la posibilidad de seguir mirándote en silencio:
- Tras un comienzo luminoso, de aparición estelar sobre el escenario, quedó sólo esta larga secuencia de frustraciones que hoy somos. Algo así como el disco que de pronto denota su rayadura, y salta, y repite y repite su tropiezo. Al principio es trágico, después ya causa risa, y es como si uno esperara ese momento en que la canción sencillamente se perdió, patinó, se fue al carajo...
Reíste arrojando armoniosamente el humo del cigarro, mientras bajabas una mano blanca y temblorosa. Yo pensé que te veías bella bajo el triple velo nebuloso del humo, la distancia, y tu mano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario