Verdad y belleza

"Verdad es belleza, belleza es verdad", algo así decía Keats, gran poeta inglés. Y en eso radica lo arduo de la objetividad. Esa indiferenciación entre lo bello y lo verdadero, esa especie de sinestesia que se da más allá de los sentimientos y el intelecto, que suspende las reglas y esquemas establecidos, contribuye a hacernos más amplios, sí, pero nos sume también en el caos (¿o en un orden más completo?). "Desarreglo de todos los sentidos", decía Rimbaud, poeta genial y maldito. Y ahí surjen los caminos alternativos, ahí a la creatividad no le queda otra que desplegar innumerables hilos, ahí nos fundamos como pequeños dioses o rebeldes marginales, que es casi lo mismo: a quien se relaciona de este modo con el mundo y los demás seres se le complican las cosas, debe ser más sutil, moverse entre matices por mantener el equilibrio. ¿Don o castigo? Sólo aceptar que así son las cosas. Todo esto para decir que porque te encuentro hermosa, no dudo que eres verdadera, o porque eres así de verdadera, me fascina tu belleza, y porque eres así, verdad y belleza al unísono, no me conformo con mantenerte en el mundo platónico o dejarte en posibilidad, sino que tengo la necesidad de arrancarte de ahí hacia acá. "Te quiero sólo para sueño", susurra esta vez un melancólico Pessoa, poeta portugués, mirando a la distancia desde un café mientras apoya su cara difusa en una mano. No, yo no. No te quiero sólo para sueño. No en el cómodo limbo entre la vida y la muerte; no en el vestíbulo entre cielo e infierno, tan parecido al borroso territorio que merecen los indiferentes. Sino acá. Bien cerca. Enraizada a este mundo y estas horas. Concreta. Habitante en nexo con mi alma y con mi cuerpo. Tormentosa incitadora del caos. Claridad pacífica que restablece el orden. Desbaratadora y conectora de mil cintas luminosas. Tu voz y tu risa juegan ocultas en todos los rincones. Tu presencia, que ya vive en mí, encarna en la reveladora desnudez del momento en que belleza y verdad -en una sola de tus miradas, en un solo descenso de tu rostro, en una palabra, un único gesto, un trazo de tu piel al descubierto- indefinidamente se funden y prolongan.



Fotografía: autor desconocido - Fuente: Internet

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