Súbitamente
Pasaron 20 años para extraer de mi la entera forma de aquellos versos de Neruda: "desde el fondo de ti, y arrodillado, / un niño triste, como yo, nos mira". Farewell. Fue verla, reconocerla como un retazo de mi mismo y volver a cubrirla, a enterrarla muy dentro, como quien tapa con la mano y cierra los ojos ante un borbotón de sangre, un salto repentino en la respiración. ¿No lo dijo el poeta ya?: un sollozo, una herida. El paso del tiempo y su ingenuidad con colmillos, caducidad armada tras lo inverosímil. Toda revelación latiente acaba en misterio punzante. No en mí, sino rodeada de ti, estaba la exacta forma en nuestra despedida.
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