Sueños lúcidos



Sobraba el espacio.

De pronto, estaba de nuevo entre las verdes paredes de la casa; todo era verde.

Verde tu mirada.

Me mostrabas como se habían extendido los lugares en mi ausencia.


Silencio. Apenas si me hablabas, las voces de tus hijos nos cruzaban. Salimos a caminar para poder decirnos, sin máscaras.

Esa costumbre de poner mi mano en tu cintura. No podía ver mi propio rostro, pero sonreía, anchamente.

No sé si fue por la sorpresa en tus ojos, o porque el tiempo se actualizó de pronto; las dos cosas, causa y efecto recíprocos: retiré mi mano, mantuve la distancia.

Tomabas mi mano, para decirme razones que no podía entender, escuchar. Soltaba tu mano. La volvías a tomar. La misma mano que sostenía lo mismo. Los labios se me plegaban irremediablemente, sin palabras.

Se me desarmó la sonrisa.

Aparecía de nuevo entre las paredes verdes, descalzo, sin vos, queriendo estar con vos. Pero me esperabas en la puerta con el más chiquito, y yo no encontraba las alpargatas.

Cuando las encontré, estaban rotas.

Te ibas. Otra vez no entendía lo que tu voz decía. Pero sí tu mirada dura, la arruga en tu frente.

Tenía que irme, solo o contigo, qué sentido permanecer en el verde, seguir ahí cuando volvieras. Y sin embargo... por fin había regresado, llegado.

No quise despertarme, no hasta resolver lo de mis alpargatas, alcanzarte, ver como me iba con vos, o salir y cerrar a fin de cuentas la puerta.

No quise despertarme, pero lo hice. Media hora desde que me dormí.

Sucede de vez en cuando, entre días que se apilan indiferentes, desplazados a un costado, depósito de quietud y polvo.

Sucede. Grietas del sueño por las que mi alma respira. Un día entre tantos que la lágrima densa limpia en su trayecto hacia las sábanas, limpiándome.

Tengo tu nombre de nuevo en mis labios.

Y el dolor de nuevo conmigo. Fuego vivo. Quemadura viva.

Deambulo al atardecer pensando que tal vez, si acaso hubieras comprendido, si hubieras medido el espesor de mi soledad, las aristas de mi alma, el remoto antecedente de mi voz, la profundidad desvelada de mis sueños...



Fotografía: autor desconocido - Fuente: Internet

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