De mudanzas más tristes que la mierda

Ah, las mudanzas. No me acostumbro, a pesar de batir récords en ellas. Desde niño todos los cambios de residencia fueron tristes. Dicen que hay mudanzas alegres, esperanzadas, plenas de expectativas y ligereza. No sé, no las conozco, aún cuando en ocasiones motivos de fondo no faltaron. Y ya de grande casi todas las hice solo, con el fletero mirando mi quilombo mal embalado, mi vieja compu cada vez más amarilla, los libros por todos lados. Y esa caja? Por la inscripción un televisor 29' pulgadas... No, son libros. Y éstas otras tan pesadas... dos estufas eléctricas, un microondas, un aire acondicionado... No, son libros también. Y estas cajones de... Libros, libros, libros. Algo anda mal, piensa el fletero, acaso arrepintiéndose de haber fijado un precio excesivo a su servicio. Y de que lo hayan aceptado sin discutirlo. Más mi silencio o mis murmullos (la soledad y la angustia terminan por apagarme casi por completo la voz), mi cara seguro demasiada seria, la falta absoluta de amigos o familiares colaboradores, las cosas de otro apiladas a un lado o ausentes o perfectamente acomodadas en otros sectores de la casa, mi sudor atravesado por la incertidumbre, la timidez, la torpeza, como pesa una excesiva obligación a un niño demasiado solo... todo eso junto vuelve acaso más buenos a los hombres de las Chevrolets destartaladas, acaso convencidos por la experiencia de haber venido a parar a la puerta de algún pequeño drama o a la angostura de su salida. Entonces, mejor dispuestos, se acercan a las cosas y las levantan, se ponen del otro lado del peso más grande e inventan un broma. Comparten con mirada sincera el sudor del joven señor de los libros. Le sacan a uno la voz y la mudanza adelante.

Ah, mis mudanzas. Todas improvisadas. Sin cajas ni bolsas suficientes. A la vista de los vecinos y de raje. Y después, esa maldita costumbre de recorrer por última vez la casa. Mirar cada espacio desierto y habitarlo de recuerdos y significados. Detenerse bajo el marco de una puerta y encontrar polvo, vacío y silencio donde antes existía el encuentro, la espera de seres y cosas. Eso a la larga pasa. Peores son las otras. Esas partidas donde es otro el que mira desde la puerta como das la espalda y te subís a la camioneta y es como si te quedaras, como si el viaje fuera solo una apariencia porque, mientras, vos volvés a entrar en la casa y observas al otro mirar la ausencia intentando acomodar su existencia como se corrige en la pared la torcedura de un cuadro. Sólo que no es tan fácil y más temprano que tarde te quedás sin gestos, sentado en la silla o la cama, abrazado de lo sombrío. Será que únicamente quien se ha ido solo comprende a aquel que se ha quedado solo, porque en definitiva es lo mismo. Hay cosas que aunque no expresen con exactitud mis razones y ese salto olímpico, gallardo y saludable sobre la culpa, hay cosas que deben ser dichas con valentía a una parte del múltiple mundo que tocamos y que nos toca... Hay cosas que nunca voy a perdonarme.

Las mudanzas. Con tantas idas y vueltas y no me salen callos. Me siguen pareciendo más tristes que la mierda. Esfuerzo físico circunspecto, distanciador y distante. Sudor contaminado de pena y desarraigo. Adiós en bolsos y paquetes. Vida arrojada a los rincones en forma de pelusa y desperdicio. Aquí estuve, aquí estuvimos, acá estabas y el abrazo era el sentido, lo necesario. Lo habitaste, lo usaste, tejiste una infinita red hecha de miradas, roces y palabras. Lo dejaste. Lo vaciaste. Lo apagaste. Y comprobaste que es imposible la distancia. Que siempre queda una isla de vida entre recuerdos, un vértice palpitante en el que gira la memoria y se produce el vértigo en pleno vuelo.

No sé si exagero. Pero con cada mudanza vuelven cada vez más a desperdirse. Todos los que se despideron. Mi padre, mis tíos, mi perro, mis amores... Y vuelvo a ser el niño al que una mañana le pusieron la manija de un ataúd lustroso en la mano y con un gesto hacia lo gris y desierto le dijeron: Adelante.

Foto: autor desconocido - Fuente: Internet

3 comentarios:

  1. ...Las mudanzas?... si existen? si son tristes? he vistos varias, he visto largas y cortas, he visto aquellas, que te complacen y aquellas que te apuran y te empujan a lo desconocido.. no se si algun dia me acostrumbrare a ellas, ya como un hecho mas de mi vida, pero en mi vida ellas son partes de mi esencia, mi forma de aceptar los retos. No puedo escaparme a ellas, porque se que estere cumpliendo una meta mas. Las mudanzas en mi vida no son tristes por dejar un lugar, me provocan insertidumbre porque se que debo avanzar un casillero mas. No me queda otra que crecer, no me queda otra que seguir mudandome.


    DEJA-DIJA-DUJA

    ResponderEliminar
  2. DENTRO DE UNAS SEMANAS ME MUDO , SE QUE OBJETOS LLEVARME , PERO AHORA: QUE SUEÑOS, QUE ILUSIONES, QUE SENTIMIENTOS , QUE RECUERDOS , QUE LAGRIMAS, QUE RISAS , CUALES DE MI NOCHES SOLITARIAS, QUE MOMENTOS ...GUARDO EN MI PEQUEÑA CAJA DE CARTON? QUE DIFICIL SELECCIONAR...QUE DIFICIL ELEGIR ENTRE TANTAS COSAS QUE ME HICIERON LA QUE SOY AHORA , ESTA CHICA CON HAMBRE DE FELICIDAD ...CON NECESIDAD DE ENCONTRAR EL CAMINO ... EL LUGAR , LA MORADA DONDE REALMENTE PODER SER FELIZ ...
    PREFIERO NO COLOCAR NADA , DEJAR TODO DONDE ESTA , MEJOR LLEVO MI CAJA VACIA , ASI EN MI NUEVO HOGAR COMIENZO A LLENARLA CON LO MEJOR DE MI NUEVA HISTORIA ...QUE LINDO DESAFIO
    AGUANTEN LAS MUDANZAS ! AGUANTEN LOS CAMBIOS! SI DESPUES DE TODO DE ESO SE TRATA VIVIR !
    Y YO QUIERO SEGUIR VIVIENDO , SOÑANDO , CAMBIANDO Y SORPRENDIENDOME CON NUEVOS DESAFIOS

    FLACO NO NOS CONOCEMOS , TAL VEZ ALGUNA VEZ HABLAMOS POR TELEFONO ... TE FELICITO POR TU PAGINA ! ES HERMOSA ! QUE SIGA ADELENTE !!!
    DESDE CORDOBA LAURA

    ResponderEliminar
  3. Dos comentarios -con bastante diferencia de tiempo entre uno y otro- acumula ya esta entrada, una de las más antiguas del blog, aunque éste todavía no cumple un año (como su autor, recién lo hará en marzo).Por lo visto, el tema de las mudanzas no pierde vigencia. Y cómo? Si se acerca tanto a nuestros estados particulares y a la vida toda.

    Me alegra eso de que los artículos del fondo resurjan de vez en cuando, rescatados por ustedes. Vuelvo a leerlos y los confronto con lo que pienso y siento ahora, al tiempo que me abro a la visión que ustedes aportan desde su propia experiencia. Precisamente por eso, las entradas de este blog carecen de una fecha precisa, porque ninguna está del todo cerrada, concluida, en una sucesión concatenada.

    Y parece nomás que acá voy perdiendo 2 a 0 (ja). Los dos comentaristas a los que respondo, Laura y el del nombre extraño -especie de lengua extraterreste o reminiscencia de la infancia-, parecen compartir el entusiasmo por las mudanzas que implican una apertura y un desafío. ¿Llegan acaso por caminos distintos a esta conclusión? Tal vez. La primera, marca sobre todo su momento de elección, la decisión de "dejar todo donde está" y asumir el cambio, para seguir viviendo. Casi un salto, libre, necesario. El segundo, en cambio, llega al mismo punto, pero resalta más el cambio como hecho natural, como progreso, como quien llega a la estación de un empujón y se trepa al tren diciéndose que "así tiene que ser", haciéndo valer sus fuerzas. Hay quien da saltos gráciles y limpios, y hay quien se estrella contra el cambio. Lo importante es lo que eso tiene de definitivo y que al levantar la mirada, pese a las dificultades pasadas y por venir, ahí está el reto, el desafío, hacia la felicidad siempre en construcción, siempre como meta, inaprensible, pero que sólo puede vivirse en cuanto se transforma en impostergable.

    Y digo 2 a 0 porque a mí, lamentablemente, todavía no me llegó la hora. Hoy siento que aún no dí el elástico salto ni me precipité hacia el cambio. ¿O será que el cambio no se aviene conmigo?. A pesar de mis mudanzas, sigo atrapado en la misma cuadra, recorro sus detalles, acaso como mi propio desafío: obtener del desplome del tiempo y el espacio una respuesta de los poros cerrados de lo que fue mío. Será que aún no encontré motivo suficiente para cruzar la calle. No lo descarto. ¡Dichosos quienes se encuentran entre saltos y tumbacabezas! ¡Así sea de rodillas o haciendo la vertical!. Dichosos el niño o la niña, la chica o el chico, el hombre o la mujer, a los que llaman a jugar...

    Bueno, para finalizar esta larga respuesta que vale por dos, como siempre hago con cada uno de los que nutren estos desvaríos con sus comentarios, les agradezco muchísimo su participación y el aliento. Y los invito a seguir encontrándonos.

    ResponderEliminar