Puede

Puede que ya no vengas, ni que yo pueda acercarme. Puede que no te guste lo que digo, y que yo no pueda decirlo sin tristeza, ni chocar contra tu muro sin lágrimas. Puede que este camino tenga una sola dirección: perdernos en forma definitiva. Puede que me suene a mentira tu modo de plantearlo, que no crea una palabra de tu síntesis acerca de lo malo de estar juntos, acerca de la ventura que me merezco y que me está esperando. Que me vengas a decir que nos hacíamos daño, como si pudieras levantar un mundo con la punta de un dedo y arrojarlo a un lado. Como se mata a una mosca que molesta. Como si me señalaras caminos a los lados y no el que tengo justo en frente y que miro desde la detención de mi historia. Son tus caminos, ándalos, recorrelos desde tus propios deseos, expectativas, elecciones. Yo me quedo. Veré cómo continuar desde aquí sin abandonarme a mí mismo, ni abandonar lo que fuimos. Porque eso sí no lo merece. Los recuerdos y el vacío en torno a ellos, y lo que a partir de ellos crezca y cubra el vacío, me harán entero. Posibilitarán un nuevo paso desde mi ser completo.

Puede que la verdad, sin su traje de diplomacia, sea mucho más cruel de lo que dibujamos para nosotros mismos y para otros. Puede que varíe el relato, sus interpretaciones, las posturas en el cuadro interno y externo. Yo sé que elegiste estar bien, y no te culpo, pero antes elegiste estar mal conmigo, y tampoco te culpo. Suenas tanto a mí en otro tiempo con tus excusas, con tus alargues, con tu lástima, con tus te quiero mucho haciendo la módica diferencia con el te amo, dame tiempo, necesito salir de esto. No me engañas, yo también rompí lazos donde sólo veía ataduras y procuré no romperle el alma a nadie. Pero olvidas un punto: no te he pedido que regreses, no te he rogado que te quedes, descarte cualquier reproche y el intento de convencerte de segundas oportunidades, no te he dicho te amo, sigamos intentando, se puede. Y no por falta de palabras. Ni siquiera he concluido que no lo entiendo. Ni siquiera te espero. Es decir, ¿comprendes?, sé que lo nuestro se ha terminado. No lo quieres. Ni yo lo quiero. No podría quererlo como fue, ni darle un modo nuevo.

Me deslizo por donde me deshice, eso te confunde. Te preocupa mi drama. Te preguntas porque dejo que el dolor me traspase, como una fiebre, como agua espesa tras los cristales, como choque brutal, rojo sangre, negrura, finalmente manantial. Por qué decidí enfrentarlo, aguantar la embestida, no salirme a un lado de la carretera a tiempo. Por qué lo sostengo cuando ya todos se fueron y sólo quedan las heridas y la penumbra. Te preguntas si podré resistirlo. Por qué no bebo del olvido, de las oportunidades, tal vez del odio, o del rechazo. Cualquier cosa, no esa luz filosa a la que me abrazo. Nada te pido. Ni siquiera que me ayudes a no soltarlo. Nada te pido, aunque sientas como cuesta dominarlo, silenciar su grito desesperado.

Nada te pido, o mejor dicho, sólo dos cosas no quiero: ni tu mentira, ni tu lástima. Y déjame el resto. ¿Has sido fiel a eso? Puedes estar tranquila. Al menos, reserva para mí esas dos lealtades. Da la vuelta si te hace mal verme, no me escuches ni me leas si necesitas cerrarlo como quien entierra un pájaro y luego da fuertes pisotones sobre la tierra sin seña. Nunca pude, ¿te conté? Soy de los buscan un lugar donde nadie pase, en lo posible entre las hojas, y miran por sobre el hombro por si espía un gato; soy de los que arman una pequeña cruz con dos palos y rezan una oración en silencio, signifique lo que signifique, la reciba quien la reciba. Soy de los que recuerdan.

Puede que ya no vengas, ni yo pueda acercarme. Puede que no te guste lo que digo, que te haga mal, que necesites pasar pronto de largo. Comprendo. Pero esta es mi oración. Esta es mi despedida. Esta mi forma de seguir andando. Drama, luz doliente o risueña, desesperada y esperanzada, que se recubre con la existencia completa, con nuestras huellas y formas multiplicadas, semilla impresa y alimentada en lo profundo, hasta que, con rostro verdadero, intocable, portentoso, divino, se levanta del barro.

No te quedes. Déjame aquí. Quiero ver como amanece frente al mismo camino. Dueño de mi historia. No estarás. Sólo conservo la semilla en mi mano. No me defenderé del desamor (¿Te esconderías ante el gran incendio, si las estrellas cayeran, si el mar se lo tragara todo?) pero con ella daré un golpe, certero, de muerte, al gran enemigo: tumba pisoteada, estéril, desamor sin amor, del olvido.


Fotografía: pertenece a Humbert Torroella - Título: Carretera - Fuente: Internet

1 comentario:

  1. maravillosas palabras,que de algun modo me identifican, estoy parada en el borde de ese abismo entre la soledad y la calida sensacion de dormir en sus brazos sabiendo que nunca caere.
    pero hoy me dejaron caer , me obligaron a saltar, no queria pero mi soledad es lo que mejor me proteje en este momento, me proteje de la mentira y la lastima que me empujaron a saltar.
    me pregunto , como se sigue ahora? que se hace con los sueños y tanto amor?
    ya no hay vuelta, y yo no soy de las personas que miran hacia atras, he caido pero se que me levantare , sacudire el polvillo de desilusiones,me secare las lagrimas , y seguire...por que dicen que nadie muere de amor y se que la vida no se termina en una persona ...que lindas son estas frases cuando uno no esta en ellas ..
    pero seguire adelante por que hoy tengo una cita..
    tengo una cita con alguien muy importante
    tengo una cita conmigo a quien habia olvidado en todo este tiempo...
    muy lindo tu blog saludos a tu amigo AG
    LQ

    ResponderEliminar