La mirada diáfana.
El rostro completo.
El instante eterno.
Y lo más grande y noble de este amor es que por sobre todas esas diferencias que desmenuzan y desmenuzamos, me ves, te veo, nos miramos.
No sé cómo, ni con quién dormirás. Desperté con mi boca adherida a tu espalda.
Y tu aroma, lo sé tajantemente ahora, en soledad, es mejor que el de los libros nuevos. Cristalino, casi imperceptible, dulce de una dulzura que alimenta sin intermedio, ni trabas, cada vez de estreno. Sólo por reconocerlo, por obtener una reminiscencia, cedo a respirar profundo entre páginas. Ah, tu aroma, era mejor que el de los libros nuevos!
Deseo. En mi cama, expuesto a lo como si nada, me envuelvo en la voluptuosidad al pensarte: sueño con hender de nuevo el absoluto conjunto de tus suavidades.
Pintura: autor desconocido - Fuente: Internet
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