Días elefante


Hay días que, a falta de mejores palabras, son sencillamente para la aclamación: vos que volvés más linda y por octava vez me pedís el teléfono, y yo que sin que me duelan los huesos te lo doy y me trepó alegremente a la ilusión que pasa, caballito retobado que siempre me caga a golpes; me llega justo la plata antes de las vacaciones y aunque capaz que me quedo dando vueltas por acá cerca, en alguna librería, es un placer pensar que llegó la plata; y sí, nuevamente, cuando parecía imposible, salto más alto que todas mis deudas juntas y cabeceo en el centro del área y la pelota increíblemente ingresa, es decir, pago y conservo mi capacidad de endeudarme más todavía; mis pulmones reciben aire y más aire, dejo un rato los remedios, la casi neumonía se manda mudar y pienso qué bonito respirar; una señora, agradecida, me regala alfajores, cuando ya no me quedaba una galletita y el bar cerrado, y de pronto desayuno llenándome los bigotes de azúcar y arrope; se va contenta de conocerme una persona hasta entonces desconocida, a la que supe escuchar y que supo mirarme; una princesa querida me abre los brazos en plena calle y el amor florece tan puro, tan fácil; escribo tres o cuatro párrafos que pienso valen la pena y que ni yo reconoceré haber escrito en unos meses después o antes; se me ocurren una o dos ideas que están buenas y provocarían alboroto y sobre todo dejarían mal parados a los todopoderosos señores barnizados de soberbia, las considero mientras miro sus oficinas, sus pósters, su oficiosa prensa, y me sonrío mientras me confunden con un seguidor más; hay una gomería a la vueltita de la esquina de donde se me pincha la moto; encuentro en un libro la frase justa, resumen de días de cavilaciones; me deshago de expectativas que ni siquiera tuvieron la revancha de ponerme meláncolico; y, finalmente, un día como hoy llueve mansamente sobre la ciudad todavía más mansa y yo me dejo humedecer sin problemas ni horarios. Ah, si dan ganas de palmearme a mi mismo mirándome ir y venir en medio de tanta hermosura y pequeño desastre!

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