Domingo

Hoy el día estuvo envuelto en tu voz
como un regalo.
Y se fue desgajando la lluvia
por tu acento.
Y se encendieron las luces tenues
por cada pausa alegre.
Y a vos misma te fuiste nombrado,
no yo, no solamente yo,
en cada cosa,
entre los vestigios y las anticipaciones,
de la ciudad húmeda y vacía.
Hoy fue VERDADERAMENTE domingo.
Y en todo fue tenerte y presentirte.
La ciudad entera fue por un instante
caricia y caracola
para que habite sólo
tan cerca
tan lejos
tan real
y por lo bajo
la clara profundidad de tu voz
como un regalo.

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